Muchas veces nos atropella la idea de que las
mujeres buscamos al hombre ideal idealizándolos
en un imposible. O que somos las que idealizamos todo buscando perfecciones en
donde no las hay.
Pues bien, cabe la precisión aquí para aclarar que,
lo ideal no es lo mismo que lo idealizado. Ideal es algo posible, algo
alcanzable y no perfecto, no confundir lo ideal con la perfección esto es lo
que no es posible.
Lo ideal puede ser posible porque requiere
construirlo con los rasgos y características reales y humanas, con sus matices,
sus defectos y virtudes, sus pro y contras, sus aciertos y desaciertos, el
complemento es, saberlos combinar a la medida de nuestras características sin
colisionarnos con pretender cambiar al Otro, aprender a respetar la
peculiaridad del Otro es un proceso de comprensión integral de nosotros mismos.
Idealizar es imaginar algo que no somos, es
encorsetar la realidad a los caprichos y deseos pretendiendo que la, o las
personas seamos a la medida de esos deseos. Los estereotipos, nacen
precisamente de esta forma de pensar y actuar profundamente patriarcalistas,
que encasilla a las mujeres en prioridad a pensar que su función es solamente
ser una barbie 90,60,90 cuerpo-sexo, o
que su función primaria es ser reproductora de hijos aceptando por ello
cualquier imposición social desde la obligación a tenerlos sin decidir por
ellas mismas o aceptar ser maltratadas emocional, sexualmente, violentamente
hasta llegar al paroxismo de sentirse un mueble mas o una cosa que le pertenece
a un hombre solo por ser su esposo, marido o conviviente.
Difícilmente podemos sostener que la mayoría de las
mujeres estamos libres de esta forma de pensar, todo lo contrario, nuestra
lucha por ser libres en todo sentido es una lucha cotidiana que tiene muchos obstáculos,
pero fundamentalmente la idea de cambiar de forma de pensar y actuar en este
sentido pasa por nosotras mismas.
Ser vistas o tratadas como objetos sexuales, o
simplemente reproductoras no es lo que merecemos las mujeres y por ello el
sentido del respeto a los derechos sexuales y reproductivos, entre los que
comprende el placer que enarbolamos quienes luchamos por la independencia y autonomía
en igualdad de condiciones es un elemento básico para entender que el ideal no
es lo mismo que lo idealizado.
Dentro de este contexto de derechos, respeto a la
libertad, independencia y diversidad, podemos sostener efectivamente posible y
real que "el amor no discrimina" tampoco, maltrata, y muchos menos
mata.
El sentido utilitarista del amor y el placer no es
referente para lo ideal, es la muerte del amor posible solo cuando el
comprender y aceptar al Otro se fundamenta en el respeto a sus cualidades y características
reales y concretas, tan humanas como humanos somos los que amamos por encima de
prejuicios, de miedos, de estereotipos y de idealizaciones construidas solo
para los cuentos que el mercado y la iglesia nos venden para mantener el
oscurantismo en el que nos han sometido por siglos de prejuicios, falsas
verdades y doble moral.
Termino recordando algo que en el latín suena mejor
que en español castellano: "Veritas vos Liberabit" o la verdad nos hará
libres.
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